Con el nacimiento de la primera fábrica de morteros, a principios de la década de los años 90, se da a conocer un nuevo modelo de construcción, que rápidamente se impuso al resto de prácticas de la época. La experiencia de todos estos años ha demostrado las ventajas de este tipo de tecnología, tanto desde el punto de vista de proyecto como de ejecución de obra:

• Características del producto acordes a especificaciones.
• Calidad uniforme y verificada.
• Homogeneidad en el suministro.
• Reducción de costes directos e indirectos.
• Reducción de plazos.
• Limpieza.
• Espacio reducido.
• Disponibilidad inmediata del producto a pie de obra.
• Varias posibilidades de suministro, a granel o envasado.

La tecnología de morteros industriales secos permite el empleo de avanzados equipos diseñados para la aplicación de este tipo de productos, de los que damos información detallada en nuestro apartado relativo a “Distribución y puesta en obra”.

El origen de los morteros está íntimamente ligado al de los conglomerantes, componente básico en su formulación. Desde los primeros muros elaborados con piedras unidas por un ligante hidráulico procedente de la calcinación de algas, datadas hace unos 5.000 años, se han ido empleando diferentes materiales en diversas obras de construcción. Sus características y procesos de fabricación han evolucionado mucho hasta llegar a los actuales cementos Portland, conglomerante fundamental en la elaboración mayoritaria de los morteros de hoy en día.

Asimismo, la evolución de los procedimientos y técnicas constructivas ha requerido una importante tecnificación de los materiales empleados, de manera que los morteros han avanzado notablemente en sus características finales y comportamiento en la puesta en obra.

De manera general, se pueden clasificar los morteros conforme a su método de fabricación:

• Morteros de obra, hechos “in situ”, dosificados, mezclados y amasados con agua en obra a partir de los componentes primarios, básicamente cemento y arena.
• Morteros semipreparados, suministrados a obra predosificados en varias fracciones, generalmente en un silo de dos compartimentos, que se mezclan junto con agua a la salida del silo cuando van a ser empleados.
• Morteros industriales frescos, suministrados ya dosificados, mezclados y amasados con agua y que deben ser consumidos en un periodo corto de tiempo (máx. 48horas). Fabricados generalmente en plantas de hormigón tradicionales.
• Morteros industriales secos, preparados en una fábrica dosificando y mezclando sus componentes, suministrados a granel o envasados, que simplemente requieren su amasado con agua a pie de obra cuando van a ser consumidos. Su fabricación requiere plantas específicas, diseñadas al efecto, que permiten producir morteros técnicos de altas prestaciones.